“Doble tap / para arreglar este corazón roto”, “Encuentra a un hombre rico, cásate con su padre”, “Solo acepto disculpas en metálico”.
Tomando las redes sociales como trasfondo y los selfies de las basic bitches e it-girls como inspiración, Ulman se ha reinventado a sí misma como una aspirante a social celebrity. Habitaciones de hotel sofisticadas, accesorios de lujo, food-porn, memes de autoayuda y otros muchos detalles de su cuerpo semidesnudo forman parte de las docenas de imágenes que durante cuatro meses Amalia Ulman posteó en sus perfiles en las redes, en lo que más tarde se reveló como una completa invención. O la historia demasiado perfecta de una chica de éxito en la era de los social media.
“Dinero, aburrimiento, malestar, adicciones, autoestima, cirugía…”, apunta Ulman. “La niña de provincias se traslada a la gran ciudad, quiere convertirse en modelo, rompe con su novio del instituto y quiere cambiar su estilo de vida, quiere dinero, disfruta de su soltería, se queda sin dinero, probablemente porque no tiene trabajo. Como está demasiado absorbida por su propio narcisismo, empieza a ir por ahí buscando citas, consigue un tipo con pasta, se deprime, empieza a tomar más drogas, se opera las tetas porque su sugar daddy le hace sentir insegura de su propio cuerpo, y además le paga la operación.”
En Facebook acompaña las fotos con declaraciones pseudofeministas mal citadas, copiadas de blogs y tumblrs de sugar babies auténticas. El proyecto culmina con una larga y traumática crisis nerviosa, pero luego llega la redención: “La loca acaba disculpándose, la rubia tonta se convierte en morena y regresa a casa, probablemente va a rehabilitación, estableciéndose al fin en el hogar familiar. La puta loca se da cuenta de sus errores; está arrepentida”.
“Excellences and Perfections era un análisis de los arquetipos acerca de la perfecta conducta femenina: modosita, virtuosa, discreta. El post en el que pedía disculpas obtuvo 240 likes, y recibí mensajes de gente de la que no había tenido noticias en casi cinco años. Gente que había estado siguiéndome en silencio. En pocas palabras, triunfé ofreciendo el contenido más entretenido: otro drama humano.”
La performance de Amalia Ulman es un experimento de primera mano en discriminación social, división de clases y estructuras de poder, especialmente aplicadas a las mujeres y sus cuerpos. “La cultura consumista se basa en la ficción ideológica de que la autoexpresión conlleva plenitud personal y autorrealización”, dice el observador cultural Rob Horning. Pero también hay una tendencia opuesta en la espiral híbrida de producción y consumo que Ulman decide explotar: “El deseo de convertir la identidad en viral, es decir, sin raíces, en constante circulación por la pura circulación, alcanzando una ubicuidad aniquiladora”.