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¿Pueden los memes tumbar a un presidente? Difícil saberlo. Lo que sí sabemos es que unas subculturas de red fueron capaces de elegirlo, o cuando menos, tuvieron un papel relevante en una campaña (concretamente, en la del actual presidente de Estados Unidos).
Alice Marwick es investigadora social y una aguda observadora de cómo la gente usa las redes. Donde el resto de los mortales ve fenómenos aparentemente inocentes o banales, ella es capaz de descubrir nuevas perspectivas, en primer lugar, de carácter político. Sin ir más lejos, la manera en que los adolescentes comparten las fotos y selfies de celebridades desnudas, o cómo abordan y entienden su propia privacidad online pueden ser entendidos como indicadores de clase. "En cuanto fenómeno de conexión en las redes, la privacidad electrónica -dice Marwick- afecta de manera desproporcionada a los individuos marginados en términos de género, raza y condición socioeconómica."
En 2016 trabajó para Data & Society, una organización independiente y sin ánimo de lucro con base en Nueva York, cuyas líneas de investigación se centran en las grandes cuestiones sociales y culturales que surgen de las tecnologías de los datos. 2016 fue también el año en que una persona ajena a la oligarquía política ganó la nominación del Partido Republicano para las presidenciales, y, contra todo pronóstico, se hizo con la presidencia de los Estados Unidos. De acuerdo con un célebre hilo de discusión en /r/TheDonald, un controvertido foro y trampolín de la "alt-right" en la plataforma Reddit, Donald Trump es el primer candidato "memificado" presidente, es decir: que ha llegado a la Casa Blanca gracias a una imparable ola de memes. De la noche a la mañana, las redes e internet fueron retratados por los medios tradicionales como lugares peligrosos, plagados de trolls y de bocados de información tóxica. Fue entonces cuando estalló la histeria de las “noticias falsas”.
Pero ¿son las “fake news” una capítulo más de la larga historia de la desinformación política? Alice Marwick y su equipo se zambulleron en un maelström inédito y extremo, un combinado de racismo y misoginia, de ironía y de teorías conspirativas, de comunidades de extrema derecha y de estrategias de manipulación mediática. Lo que los medios de masas y los políticos llamaban "noticias falsas" de repente empezaron a tener un contornos mucho más nítidos e interesantes, aunque peligrosos.
Los periodistas tienden a considerar la "posverdad" como una cuestión de ética profesional (o de falta de ella). Sin embargo, para Marwick y su equipo lo que está en juego es un fenómeno mucho más complejo: una verdadera transformación de la esfera pública impulsada por los hábitos -y las infraestructuras- de la comunicación en red. De hecho, lo que aflora tras etiquetas como “noticias falsas” o “posverdad” (o incluso “injerencias de la propaganda rusa”) es una cadena ambigua de fenómenos sólo marginalmente conectados, desde los enjambres de bots de Twitter hasta las versiones de ultra-derecha de la cultura colaborativa, entre los que destaca la vulnerabilidad de los medios de comunicación frente a nuevo tipo de manipulación, puesto en marcha colectivamente por usuarios, pero instrumentalizada por organizaciones políticas no tradicionales.
Alice Marwick es actualmente Profesora Asistente de Comunicación en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill. Es coautora del informe de Data & Society "Media Manipulation and Disinformation Online" (2017) y escribió "Status Update: Celebrity, Publicity and Branding in the Social Media Age" (Yale, 2013). También ha escrito para publicaciones populares como The New York Times, The New York Review of Books y The Guardian.
The New Networked Normal
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