A Walk in Fukushima ("A pie en Fukushima") es un vídeo en 360º rodado en la zona radioactiva y sus inmediaciones. Esta incursión íntima en la zona inaccesible incluye los emplazamientos de la exposición Don't Follow the Wind y llega hasta las proximidades de la central nuclear. En el vídeo, un antiguo vecino describe una visita a su casa abandonada y el conflicto interno que le genera haber trabajado en una empresa vinculada a TEPCO.
En el vídeo, las obras de arte, instaladas en antiguos hogares y lugares de trabajo de la zona de exclusión, quedan casi siempre ocultas tras los cuerpos de los artistas y el equipo curatorial, lo que permite que sigan siendo inaccesibles e invisibles para el mundo exterior. Las figuras y las actuaciones ponen de manifiesto que muchos de los antiguos residentes confían en que las obras de arte les representen hasta su regreso.
El CCCB, The Influencers y The New Networked Normal (NNN) han comisariado una versión actualizada del vídeo, producido originalmente en 2015. Aunque la zona sigue siendo inaccesible para el público, se ha iniciado una operación de “saneamiento” consistente en trasladar residuos a otras zonas para reducir la cantidad global de radiación y permitir que los vecinos vuelvan a instalarse en un entorno con niveles oficialmente considerados seguros.
En una carretera de la ciudad de Futuba, situada en el interior de la zona, había un gran cartel con el lema: “Energía nuclear: Potencia para un futuro más luminoso”. La frase, elegida en un concurso escolar décadas antes de la catástrofe, es ahora un lúgubre recordatorio de la ilusión de seguridad impulsada antes del 11 de marzo de 2011. Este cartel es un elemento central en la obra aún no presentada de Chim↑Pom. Para la nueva edición del vídeo, Don't Follow the Wind regresó al lugar del cartel y grabó la historia del escolar que ideó el lema.
Los cascos que contienen el vídeo en 360 grados están hechos por tres generaciones de la familia del artista Bontaro Dokuyama, que vivía al borde de la antigua zona de exclusión de Fukushima, en una población que actualmente se considera “apta para habitar” con algunas restricciones, como la prohibición de vender o consumir plantas silvestres.
El nieto, la madre, el padre y la abuela han creado cascos con los que comparten objetos y vivencias de su nueva realidad. Cada casco relata su nueva vida después de la catástrofe, cuando las decisiones se basan en rumores y en las historias contradictorias de los medios de comunicación. Las recomendaciones y restricciones oficiales cambian continuamente. Muchos vecinos sufren de ansiedad permanente. Los cascos y los relatos recopilados al principio de 2016 reflejan esta incertidumbre, aunque no siempre se ajustan a la política gubernamental del momento. En los cascos, los participantes expresan su anhelo de un futuro distinto, desde la perspectiva de un presente inestable.
El 11 de marzo no utilicé la bolsa de emergencia para terremotos que teníamos en casa.
Aquella semana tenía previsto asistir a una fiesta local, que no llegó a celebrarse porque tras la evacuación no quedó nadie en el pueblo.
Me preocupa todo el tiempo lo que como. Tras la primera emisión de material radioactivo, amigos de otras zonas de Japón nos enviaron frutas y verduras para que tuviéramos comida fresca. Ojalá pueda enviarles yo algún día hortalizas cultivadas aquí.
Madre, 2016
Siempre me sentaba en esta colchoneta. Después del gran terremoto de Japón del 11 de marzo de 2011, la cosí para formar un casco y protegerme la cabeza de los objetos que caían en las numerosas réplicas de los días siguientes.
Creo que las plantas de mi huerto de Tamura, cerca de la central nuclear Dai-ichi, ya no son comestibles por la contaminación radioactiva. Espero poder volver a usar algún día este cedazo para lavar frutas y verduras y cocinarlas con mi familia. (*)
Abuela, 2016
(*)
Programa local de distribución de productos agrícolas
Los relatos de los familiares se basan en sus impresiones y no reflejan necesariamente las características del programa oficial de distribución de productos agrícolas. En julio de 2017 estaba prohibido vender o consumir los siguientes productos de Tamura: jabalí, oso, pato silvestre, faisán, liebre, ginseng, helecho Matteucia, helecho real, bambú, petasita y setas silvestres. Además, esta prohibición se extendía a los hongos shiitake cultivados sobre troncos procedentes de un radio de 20 kilómetros en torno a la central nuclear.
En Tamura, situada fuera de este radio de 20 kilómetros, la prohibición de vender o consumir verduras y leche cruda se levantó en 2011. En el interior de la zona de exclusión cancelada en 2014, la prohibición de consumo de verduras se levantó en 2013; la del arroz, tras una prueba de cultivo, en 2014; la de leche cruda, en 2016.
En Tamura nunca ha habido limitaciones sobre los melocotones y los caquis, frescos o secos.
Esta pieza está basada en los tentetiesos tradicionales Okiagari-koboshi, que se fabrican en la comarca de Aizu, en la prefectura de Fukushima. Se trata de una pequeña artesanía local con 400 años de historia.
Gracias a su base redondeada, el muñeco vuelve a la posición vertical cada vez que se le empuja.
Por muy duro y triste que sea lo que nos pase, volveremos a levantarnos y encarar con ilusión el futuro.
El okiagari-koboshi se ha convertido en uno de los símbolos de la recuperación tras los estragos del terremoto.
Colaboración familiar
Pronto se cumplirán siete años de la catástrofe.
Seguiremos viviendo en Fukushima y comeremos fruta y verdura cultivada en las tierras de Fukushima.
El producto tradicional de Fukushima es el melocotón.
Todo el mundo es bienvenido a Fukushima.
Pasa y disfruta de un delicioso melocotón de Fukushima.
Colaboración familiar
Tras la evacuación, los antiguos vecinos han podido acceder a sus casas 15 veces al año, durante unas 5 horas cada vez. Para ello, se les recomienda utilizar la vestimenta de protección, las mascarillas y los guantes proporcionados por las autoridades. En 2016, el número de permisos se aumentó a 30 visitas al año.
Algunos vecinos no han vuelto a sus casas desde que fueron evacuados en 2011. Algunos han ido una sola vez, para recuperar objetos de su vida anterior. Otros han hecho visitas más frecuentes, para limpiar y llevar a cabo tareas de mantenimiento por si algún día regresan. Algunas comarcas limítrofes, donde también hubo restricciones, han vuelto a abrirse tras el “saneamiento” efectuado por las autoridades, que ha consistido en retirar parte del material irradiado y rebajar las mediciones de radiación atmosférica a un nivel que no se considera nocivo para la vida. Pocas personas han decidido volver a estas zonas reabiertas. En Naraha, reabierta en septiembre de 2015, ha regresado el 11% de los habitantes. No se sabe si algún día se permitirá volver a habitar en toda la zona de exclusión de Fukushima.
Eva and Franco Mattes tomó diversas fotografías en el interior de las zonas. No de escombros, sino de objetos simples: asfalto, papel estampado, hierba, colchones... lo que conformaba el marco de vida en los lugares afectados. A partir de estas imágenes compusieron “paquetes de texturas” que están a disposición de arquitectos, diseñadores, desarrolladores de software y otros profesionales. Las imágenes obtenidas en Fukushima pueden usarse para estampar diseños domésticos o revestir las formas y volúmenes de nuestro mundo digital, en páginas web, videojuegos o películas. Para el CCCB, la imagen de unos colchones vistos en uno de los lugares afectados cobra nueva vida fuera de la zona, al usarse como imagen de fondo en esta guía, en el papel de pared y envolviendo las maletas que invitan a regresar a las viviendas inaccesibles, ahora en tus manos.
Créditos de la instalación
texto: Don't Follow The Wind
editor: Jason Waite
imagen de la instalación: Eva and Franco Mattes
mapa y dibujos: Kota Takeuchi
traducciones: Kota Takeuchi, Zoraida de Torres
locución: Cristina Carrasco, Roger Gascon
impresión: HP, Demibold
Una coproducción de CCCB, The Influencers y Abandon Normal Devices (UK)
The New Networked Normal
Un proyecto de cooperación europeo con Abandon Normal Devices (UK), Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (Catalonia, Spain), The Influencers (Catalonia, Spain), Transmediale (Germany) and STRP (Netherlands).This project has been funded with support from the European Commission. This communication reflects the views only of the author, and the Commission cannot be held responsible for any use which may be made of the information contained therein.