Bill Drummond

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“Vendí mi alma al diablo una vez, no recuerdo exactamente cuándo lo hice, pero sí sé que el precio fue alto. El plato fue servido con toda la guarnición: fama, fortuna, ese tipo de cosas. Pero luego tuve que llevar todo el asunto un poco más lejos porque quería que me la devolviesen...”

Bill Drummond desde los años 70 ha sido protagonista de grandes proyectos temerarios y al mismo tiempo de un sinfín de otro retos, épicos a su manera pero casi invisibles. 

Ha sido estudiante de arte, aprendiz en pesqueros de arrastre, jardinero, trabajador en la construcción de autopistas, carpintero en un teatro, miembro de una banda de punk sin mucho éxito. En los años 80 es manager de unos conocidos grupos rock-pop y luego asesor artístico para uno de los más grandes sellos discográficos británicos. En 1986 de repente lo deja: “Hay una montaña que hay que escalar por la vía más dura y yo quiero ver el mundo desde la cumbre”, dijo en su carta de dimisión.

En 1987 él y Jimmy Cauty publican “What the Fuck's Going On?” (“Qué carajo está pasando?”), primer y último álbum de The Justified Ancients of MuMu. El album usa salvajemente el sampler y la reapropiación y un fragmento de ABBA queda atrapado en el mix. El gigante del pop no lo toma bien y les pide destruir todas las copias del álbum. Drummond y Cauty viajan a Suecia para intentar negociar pero no logran siquiera ser atendidos, así que queman ritualmente los discos y lo que queda lo arrojan a las aguas del Mar del Norte. 

Al año siguiente regresan bajo otro nombre, los Timelords, y su “Doctorin' The Tardis”, una mezcla monstruosa de éxitos pop y otros residuos, en pocos meses llega a ser número uno y venden un millón de discos. 

Es entonces cuando publican de manera subterránea el “Manual (Cómo conseguir un número uno por la vía fácil)”, una disección brillante e implacable de los mecanismos de producción industrial del éxito musical, cuyas recetas acaban aplicando el año siguiente con otra misteriosa identidad: el Kopyright Liberation Front, o KLF. Entre 1988 y 1991 KLF cosecha con sus singles las primeras posiciones en todo el mundo. Mientras tanto, sus autores se mantienen invisibles y anónimos. En 1992, en la cumbre de la fama alcanzada con la operación KLF, durante la ceremonia de entrega de los Brit Awards, Drummond cogió una ametralladora y empezó a disparar balas de fogueo al público. Inmediatamente, el dúo anuncia su retiro de la música y la cancelación de todo su catálogo. 

Empezó entonces la aventura de la K Foundation, una entidad anónima con la cual poder jugar aún de manera más libre con los medios y sus obsesiones. En los años siguientes Drummond y Cauty planean varias acciones para convertir lo que quedaba del dinero ganado en su fulminante carrera musical en obra de arte. Por ejemplo crean un premio para el peor artista británico (con un importe doble respecto al premio oficial al mejor artista) y compran espacios publicitarios para lanzar mensajes crípticos en contra de la música o del arte comercial. Tras toda una serie de intentos decidieron sacar el dinero del banco y simple y llanamente quemarlo, y así fue: en agosto de 1994 1 millón de libras se convirtieron en cenizas en una isla de Escocia ante la presencia  de un periodista y  una cámara de vídeo. Años después publicaron un libro precioso con nada más que los fotogramas del vídeo y los comentarios de quienes lo vieron.

A finales de los 90, tras recuperar su alma, Drummond decide cambiar de estrategia. Nace Penkiln Burn y con este nombre desde entonces lanza ideas, construye cosas,las distribuye gratuitamente y diseña proyectos de larguísima duración. Proclama el Día sin Música. Experimenta con los sueños y las obsesiones de desconocidos. Regala cosas. Organiza en todo el mundo coros efímeros de 17 personas con el fin de volver a inventar la música como si hubiera desaparecido de repente de la faz de la tierra. Y muchas cosas más. Proyectos que no necesitan repercusión en los medios de comunicación para existir: acciones pensadas para vivir experiencias y enseguida borrar cualquier rastro, salvo en la memoria de los participantes, naturalmente.